"El Lobo, como todo animal salvaje, tiene el derecho de existir en su estado natural. Este derecho no depende de su utilidad para el Hombre, y deriva del que tienen todos los seres vivos a coexistir con él como parte integrante de los sistemas ecológicos".
I Reunión Internacional para la Conservación del Lobo en Europa.
Estocolmo, 1.973.
Ya han pasado 30 años desde que tuvo lugar en la capital sueca la I Reunión Internacional para la Conservación del Lobo en Europa, y en líneas generales hay que constatar la positiva evolución de las poblaciones del lobo en casi toda su área de distribución a partir de aquella pionera convocatoria. Hito que sin duda marcó un punto de inflexión en la actitud y en la política mundial sobre la especie y, consecuentemente, permitió cambiar la tendencia descendente que hasta entonces habían mantenido sus efectivos.
Importancia biológica, ecológica y sociocultural del lobo
Multitud de trabajos de investigación y divulgativos -tanto escritos como audiovisuales- han puesto de manifiesto desde aquellos primeros años de la década de los setenta el importantísimo papel biológico y ecológico que desempeña el lobo en sus hábitats naturales, además de su interrelación con infinidad de actividades y aspectos socioculturales desarrollados tradicionalmente por el ser humano (mitología, folklore, pintura, escultura, heráldica, numismática, toponimia,...). Y toda una serie de Leyes, Decretos, Convenios y Directivas de ámbito internacional, comunitario, nacional y regional han amparado y protegido desde entonces a la especie, permitiendo su lenta pero progresiva recuperación en gran parte de sus antiguos territorios.
Aunque resulta totalmente imposible saber con exactitud cuántos lobos hay actualmente en el mundo (lo que por otro lado carece de especial trascendencia, y obviamente fluctúa considerablemente a lo largo del año, en función de los índices de natalidad y mortalidad de cada temporada), se estiman unos efectivos aproximados de entre 150.000 y 200.000 ejemplares, con diversas subespecies o razas geográficas repartidas por todo el Hemisferio Norte (entre 15 y 36, según los diferentes criterios adoptados por los especialistas).
Afortunadamente ya pasaron los peores tiempos para el depredador más perseguido de todo el Holártico, y se pueden contemplar con cierto optimismo sus perspectivas de futuro. No obstante, no hay que echar las campanas al vuelo ni pensar que ya está todo hecho, pues el lobo ha sido, es y seguirá siendo un animal polémico y controvertido, y todavía habrá que librar muchas batallas jurídicas, científicas y de sensibilización, y habrá que compatibilizar muchos intereses de tipo económico, e incluso filosófico (como la justificación moral de su caza "deportiva"), antes de poder garantizar su supervivencia a largo plazo. Lo que sin duda dependerá, en gran medida, de los correspondientes "planes de gestión y conservación" que ya existen o se están elaborando en los diferentes países y comunidades autónomas en que habita.
Bien es cierto que, salvo contadas y lamentables excepciones, ya no se pretende exterminar al gran proscrito por todos los medios posibles, como antaño se buscó insistentemente y se llegó a conseguir en muchos países "civilizados" de Europa Occidental, tales como Gran Bretaña, Alemania, Suiza, Bélgica, Dinamarca o Francia (aunque en este último está asentándose de nuevo en los últimos años, a través de los Alpes italianos). Y asimismo se puede observar un cambio muy importante de actitud hacia la especie en buena parte de la población de las modernas sociedades eurasiáticas y norteamericanas. Aunque no es menos cierto que todavía perdura un arraigado sentimiento de temor y hostilidad hacia el lobo en determinados sectores, especialmente del medio rural, fruto de la ignorancia, la superstición y las falsas creencias que tradicionalmente han acompañado al mayor competidor que el hombre ha tenido desde siempre entre la fauna salvaje.
A principios del S. XX el lobo resultaba frecuente en casi toda Europa, pero las intensas campañas de exterminio orquestadas contra él durante décadas le fueron eliminando poco a poco de gran parte de sus primitivos dominios, especialmente de las áreas más humanizadas y con mayor nivel de "progreso", quedando reducidos sus efectivos en toda Europa Occidental a unas pequeñas poblaciones asentadas en Escandinavia (Suecia, Noruega y Finlandia) y en las penínsulas Itálica e Ibérica.
El lobo ibérico, salvado de la extinción gracias al Dr. Félix Rodríguez de la Fuente
Los lobos ibéricos, que pertenecen a la subespecie Canis lupus signatus, atravesaron su etapa más crítica hacia 1.970 (cuando apenas quedaban unos 400-500 ejemplares), rozando ese alarmante umbral que puede conducir a una especie a su extinción definitiva. A tan alarmante situación había contribuido fundamentalmente la intensa actividad de las tristemente célebres "Juntas Provinciales de Extinción de Animales Dañinos", creadas por la propia Administración estatal, y que durante los años 50 y 60 promovieron e incentivaron económicamente el exterminio de todo tipo de predadores, colocando al borde mismo de la desaparición no sólo a los lobos, sino a otras muchas especies de enorme valor ecológico y sociocultural, como el oso pardo, el lince ibérico, el águila imperial o el quebrantahuesos.
Afortunadamente para los últimos lobos ibéricos, en aquella época apareció en escena el Dr. Félix Rodríguez de la Fuente, el más convincente y carismático divulgador de la Naturaleza que ha existido nunca en nuestro país, y que con su estilo único e irrepetible fue capaz de congregar a millones de personas frente al televisor cada vez que sonaba la inconfundible sintonía de "El Hombre y la Tierra", con récords de audiencia en los capítulos dedicados precisamente al lobo. El "Amigo de los animales" fue el primero en defender pública y apasionadamente a una especie que hasta entonces era temida, odiada, denostada y perseguida por la inmensa mayoría de la población española (creándose con ello no pocas enemistades), y sin duda logró cambiar en muchas personas la negativa imagen que se tenía del mítico predador, valiéndose para ello de sus didácticas charlas, sus amenas locuciones de radio y sus espectaculares documentales televisivos.
Pero Félix no sólo enseñó al gran público cómo eran y cómo vivían realmente los lobos, integrándose él mismo en varias manadas y rompiendo el tópico de su supuesta ferocidad y agresividad hacia los humanos, sino que además influyó decisivamente en los "políticos medioambientales" de la época, promoviendo las primeras medidas proteccionistas que se dictaron en nuestro país sobre la especie. Su primer logro fue conseguir que el lobo dejara de considerarse como una alimaña (reo de exterminio por todos los medios posibles y en cualquier época del año), y pasara a considerarse como especie cinegética en la Ley de Caza que se promulgó en 1.970, y en virtud de la cual únicamente podría cazarse en las zonas y en las épocas establecidas en las correspondientes órdenes anuales de vedas, y con los métodos legalmente autorizados.
Medidas de protección del lobo ibérico
A esta primera medida proteccionista de ámbito nacional (que para algunos puede resultar paradójica) siguieron otras normativas jurídicas y administrativas en favor del legendario predador, promovidas por las diferentes Comunidades del nuevo Estado de las Autonomías, y que a pesar de sus indudables imperfecciones y de las consiguientes posibilidades de mejora, han permitido que el lobo ibérico haya recuperado notablemente su status en las últimas décadas. Y aunque muchas de las medidas de gestión y control adoptadas por las diferentes Administraciones han recibido todo tipo de críticas por parte de los distintos sectores afectados de una u otra forma por la presencia de los lobos (ganaderos, cazadores, ecologistas, científicos,...), el caso es que sus efectivos han pasado en apenas treinta años de 400-500 ejemplares a 1.500-2.500 indivíduos, según los datos estimados por los diferentes investigadores que estudian su dinámica poblacional.
¿Son muchos o pocos lobos? ¿Cuántos lobos puede "mantener" la Naturaleza ibérica? ¿Cuál es el coste social y económico de conservar tal cantidad de lobos? ¿Quién debe asumir dichos costes de conservación?.... Estas y otras muchas preguntas son complejas de contestar, y sin duda las respuestas serían muy diferentes según los colectivos sociales de dónde procedan... De lo que no cabe ninguna duda es de que la población actual de lobos ibéricos es la más numerosa de toda Europa Occidental, y la conservación a largo plazo de este auténtico "lujo zoológico" plantea uno de los mayores y más apasionantes retos a los que deben enfrentarse los responsables medioambientales de España y Portugal.
Los lobos españoles se encuentran distribuidos principalmente por el cuadrante noroccidental de la Península, en las Comunidades de Castilla y León (con el mayor número de ejemplares), Galicia, Asturias y Cantabria, y con algunas citas y observaciones más o menos esporádicas en el País Vasco, Aragón, Navarra, La Rioja, Cataluña, Madrid y Guadalajara. Lamentablemente, las pequeñas manadas que hasta hace tan sólo una década subsistían en el Sur de Iberia, en las Comunidades de Extremadura, sur de Castilla – La Mancha y Andalucía, se encuentran en peligro crítico de extinción, no superando en el mejor de los casos los 40-50 ejemplares. En Portugal se estiman unos efectivos lobunos de entre 200 y 300 individuos
La Directiva Hábitats de la Unión Europea (92/43/CEE), aprobada en mayo de 1992 y adoptada por la legislación española en diciembre de 1995, incluye al lobo en su Anexo IV, estableciendo su protección estricta en toda la Comunidad Europea, con dos excepciones, según figura textualmente en el Apartado A: en España, al norte del Duero, y en Grecia, en la región situada al norte del paralelo 39. Por consiguiente, la población de lobos asentada al sur del río Duero debe ser considerada especie de interés comunitario de carácter prioritario, y para cuya protección es necesario designar zonas especiales de conservación. Pero ni siquiera al norte del río Duero es el lobo una especie cazable "per se", pues según lo establecido en el Apartado A del Anexo V (Especies animales y vegetales de interés comunitario cuya explotación puede ser objeto de medidas de gestión), la posible captura de ejemplares al norte del Duero está sujeta a la adopción de las correspondientes "medidas de gestión" por parte de las Administraciones competentes.
En términos generales, en España se está observando últimamente una mayor sensibilización e implicación de las Instituciones públicas responsables de la conservación de la Naturaleza, tanto a nivel estatal como autonómico, habiéndose aprobado recientemente algunos importantes decretos y órdenes en favor de la conservación del lobo ibérico (Decreto 155/2.002, de 5 de Diciembre, por el que se aprueba el Plan de Gestión del Lobo en el Principado de Asturias; Orden de 28 de Noviembre de 2.001, de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente de la Junta de Comunidades de Castilla – La Mancha, por la que se establece un régimen de ayudas para compatibilizar el desarrollo de la actividad ganadera con la existencia de poblaciones de cánidos silvestres en la provincia de Guadalajara;...).
Asimismo, La Dirección General para la Conservación de la Naturaleza, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, está ultimando la Estrategia Nacional para la Conservación y Gestión del Lobo en España, y las Juntas de Andalucía y Castilla y León, así como la Xunta de Galicia, están elaborando sendos planes de protección y gestión con respecto a la especie.
Un mal ejemplo de gestión del lobo en España: la Diputación Foral de Álava
No obstante, resulta totalmente inaceptable y vergonzosa la actitud manifestada hacia el lobo por parte de los responsables ("irresponsables") del Departamento de Agricultura y Medio Ambiente de la Diputación Foral de Álava, que están haciendo todo lo posible para evitar que el gran cazador llegue a asentarse de nuevo en sus antiguos feudos vascos, y que autorizan sistemáticamente todas las batidas que solicitan los ganaderos dentro del territorio foral, independientemente de la época del año (incluso primavera y verano), de las circunstancias climáticas (se llegó a autorizar una batida con el suelo cubierto de nieve, lo que está expresamente prohibido por la Ley de Caza) y del lugar (hasta en espacios naturales protegidos, como los Parques Naturales de Gorbeia y Valderejo).
Según una denuncia realizada públicamente ante los medios de comunicación por un colectivo de asociaciones ecologistas y conservacionistas del País Vasco, desde agosto de 2.002 ya se han matado más de 8 lobos en el Territorio Histórico de Álava, y el resultado de una de las últimas batidas celebradas la pasada primavera en la Sierra de Árkamo, con participación de un importante número de personas y vehículos, fue la muerte de una loba asentada en la zona, parida y con cachorros de una edad aproximada de mes y medio, que probablemente morirían asimismo al desaparecer su madre. Pero además de la muerte de una de las pocas lobas que habían llegado a criar en el País Vasco en los últimos años, estas intolerables "prácticas cinegéticas" producen un impacto muy severo sobre la fauna que ocupa la sierra batida, pues durante la primavera la mayoría de las especies de la fauna silvestre se encuentra en plena reproducción, y cualquier molestia puede ocasionar la pérdida de la prole, el abandono de los territorios de cría e, incluso, la distorsión de los hábitos y conductas de muchos animales.
Por el contrario, y para compensar la negativa actitud de Instituciones oficiales como la anteriormente citada, algunas ONGs. y Asociaciones Conservacionistas españolas (ADENA/WWF, FAPAS, RÓMULO Y REMO, CICONIA, ASCEL, GRUPO LOBO DE EUSKADI,...) están llevando a cabo interesantes campañas de divulgación y sensibilización, encaminadas a concienciar a los ciudadanos de la importancia de conservar a nuestros míticos predadores, fundamentales para el mantenimiento del equilibrio biológico de los ecosistemas naturales.
El Pacto de los Lobos
Puesto que los lobos ibéricos han conseguido sobrevivir hasta nuestros días "contra viento y marea", y ya que afortunadamente la cultura conservacionista en nuestro país ha evolucionado muy positivamente en los últimos años, aún estamos a tiempo de adoptar todas las medidas que se consideren necesarias para garantizar que nuestros lobos no desaparezcan jamás. Y para ello se hace imprescindible lograr un consenso amplio y coordinado entre todos los colectivos interesados de una u otra forma en la especie, un "Pacto de los Lobos" entre las Administraciones central y autonómicas, los investigadores, los ecologistas, los cazadores, los ganaderos y los medios de comunicación, que permita aunar los diferentes criterios e intereses, haciendo posible y compatible la presencia de los lobos en su estado natural con las actividades humanas tradicionales, especialmente la ganadería y la caza.
Ciertamente, el lobo es uno de los pocos competidores que el hombre tiene en la Naturaleza, y en ocasiones puede afectar seriamente a sus intereses económicos, aunque sea "de forma involuntaria". Y en tales circunstancias los daños causados debieran resarcirse con prontitud y generosidad a los ganaderos afectados, por parte de las Administraciones competentes en materia medioambiental, pues las modestas economías rurales no tienen por qué asumir en exclusiva los costes de mantenimiento de una especie que es patrimonio natural e irrenunciable de todos.
Los ganaderos, por su parte, deben hacer todo lo posible para proteger sus ganados de los posibles ataques de los lobos, cuidándolos durante el día con pastores y perros mastines y guardándolos por la noche en cercados o apriscos adecuados. Y en cualquier caso deben asumir que su ganado es un bien valioso, del que no pueden despreocuparse dejándolo pastar libremente en el monte sin ninguna protección, y es conveniente que lo aseguren ante la eventualidad de cualquier percance, incluido un posible ataque de lobos o de perros asilvestrados.
Y precisamente son la prevención y la compensación las líneas generales en las que se fundamenta la necesaria coexistencia entre el lobo y el ganado. Por otra parte, y dado que el lobo está considerado como especie protegida en algunas Comunidades, y como especie cinegética en otras, la Estrategia Nacional anteriormente aludida debe coordinar su gestión de la mejor manera posible, convirtiéndose en un documento marco de referencia para todas ellas.
Investigadores y ecologistas deben aunar esfuerzos y trabajar conjuntamente en favor del lobo y de su conservación, evitando estériles enfrentamientos y facilitando toda la información disponible a los organismos e instituciones competentes, que deben arbitrar las medidas necesarias para garantizar la supervivencia de la especie.
Los cazadores, por su parte, deben respetar escrupulosamente las "reglas del juego" en aquellos casos en que se autorice legalmente la caza del lobo, y pueden ser unos eficaces colaboradores de la Administración cuando se estime conveniente el control de determinadas poblaciones lobunas.
Finalmente, creo que los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad en la educación ambiental de nuestra sociedad, y las informaciones que difunden pueden influir considerablemente tanto en los lectores, radioyentes o televidentes de a pie como en los dirigentes y técnicos responsables de adoptar trascendentales medidas de conservación.
El lobo sigue luchando actualmente contra la imagen del devorador de hombres, de la alimaña que sólo mata por el placer de matar, del ser diabólico vinculado por la tradición con los aspectos más oscuros de la Humanidad. Y, por consiguiente, cada vez se hacen más necesarias y urgentes nuevas campañas de divulgación sobre la biología y la problemática actual del lobo ibérico, que enseñen y separen claramente la leyenda y la realidad de este mítico predador. Un carnívoro que, como cualquier otro, no tiene más remedio que cazar para alimentarse y para sacar adelante a su familia, pero que en ningún caso supone un peligro real para el hombre. Un hermoso animal que manifiesta una gran ternura y delicadeza con su pareja y con sus cachorros, y que cuando se cría en cautividad puede llegar a ser -incluso- más noble, sumiso y cariñoso con las personas que le cuidan y le alimentan que muchos de nuestros perros domésticos.
Carlos Sanz
1 comentario:
Este artículo fue publicado originalmente en noviembre de 2003 en el nº 1 de la revista inglesa "Destination Spain", y posteriormente en la revista "La Osera", del Ayuntamiento de Villacarrillo - Jaén, y en la web de FAPAS - http://www.fapas.es/pacto_lobos.htm. Con posterioridad se ha aprobado la Estrategia Nacional de Conservación y Gestión del Lobo en España (2005) y los Planes de Gestión del Lobo en Castilla y León y en Galicia (2008). La Diputación Foral de Álava también ha elaborado un Plan de Gestión del Lobo, que está pendiente de una próxima aprobación.
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